Una mariposa batió sus alas en Pekín. Horas después, caía en Amsterdam una devastadora tormenta. Los elefantes de un circo que llegaba a la Centraal Station echaron a correr despavoridos por las calles. Un pobre señor que —junto a su esposa y su niña— trataba de protegerse del meteoro, se agarró a la cola de una elefanta. El animal se volvió, lo levantó con la trompa, lo aplastó contra el suelo y lo pisoteó. Me parece todavía más horrible el dolor de la viuda y la hija, porque no pueden ni contar de qué murió el desdichado. Si dicen: "lo mató una mariposa", todo mundo se echa a reír.
8 dic 2002
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