Anaxobúrides de Bactria explicaba a sus discípulos la redondez de la Tierra:
—...Y si en este momento empiezo a caminar en línea recta, acabaré por llegar a este mismo sitio.
—¿Existe alguna forma, Maestro —preguntó Kerygmea, la más aventajada de la Academia— de demostrar esta aseveración?
Sin decir nada, el sabio emprendió el camino. Todos vieron cómo se perdía en el horizonte.
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