La broma haría historia entre los contertulios de La Reina Mora. Repitió por enésima vez las instrucciones:
«A punto de romper su propio record Miguel Zurdo Carranza se pone al bat. Le lanzan, pega de hit, corre a primera, a segunda, a tercera y ¡¡¡camelloooooooooooo!!!» En ese momento todos debían estallar en estentóreas y fingidas risotadas haciendo quedar a Gutierritos como un imbécil, siendo el único que no entendiese el supuesto chascarrillo. La víctima llegó puntual a la inexistente cita según su costumbre de todos los viernes. Al concluir los saludos de rigor el organizador de la burla dio inicio al cuento, manifestando que lo acababa de oír y era de lo más cómico.
«A punto de romper su propio record Miguel Zurdo Carranza se pone al bat. Le lanzan, pega de hit, corre a primera, a segunda a tercera y ¡¡¡camelloooooooooooo!!!» Ante su sorpresa todos —también Gutierritos— comenzaron a desternillarse de risa, algunos de sus co-conspiradores incluso tirándose al suelo incapaces de sostenerse en pie. Notó atónito que hacia las mesas vecinas, entre quienes habían escuchado, la hilaridad se desperdigaba desenfrenada. Muy pronto la cantina entera estaba en un estado de euforia total, algunos salían corriendo a la calle a compartir el mejor chiste de sus vidas.
Cuando nuestro protagonista sale a la calle observa que docenas de gentes detienen a los transeúntes que de inmediato se deshacen en carcajadas. Acongojado y sin comprender lo que había pasado intenta sin éxito reír, esbozar siquiera una sonrisa... No puede.
7 dic 2003
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