4 sep 2004
Instrucciones para cambiar de vida
Entienda que no me interesan las razones que tenga usted para desaparecer, aunque no puede sino extrañarme que quiera abandonar a tan devota esposa e hijos tan lindos, máxime al no haber historia romántica o pecuniaria que lo exija. En primer lugar, vaya apartando las pertenencias de las que no pueda prescindir y sin las que su vida carecería de sentido —¡pero ni una más!—, reúnalas poco a poco en aras de que nadie note su ausencia —la de las cosas, no la suya— lo mismo que el dinero que mes a mes irá descontando del cheque quincenal. Si ya consiguió trabajo en un pozo petrolero kuwaití, un aserradero canadiense, o se va ir de vago o a Nueva Zelanda, no me importa. Este breve manual le servirá sólo para el evanescimiento, más allá huye librado a su suerte. Empiece a confundir los nombres de sus hijos y a comportarse de manera descuidada —pero sin exageración—, un mes antes piérdase durante seis horas, de preferencia un domingo de compromiso importante. Conforme se acerque la fecha discuta con su jefe la posibilidad de un aumento y solicite vacaciones para un par de semanas después de que usted se vaya. En el momento culminante no olvide decirle a su mujer alguna sentencia muy trillada, baladí... No sé, por ejemplo: «Ahora vuelvo, mi vida, voy por cigarros...»
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