Su madre la miró burlona y desafiante, viendo como abría la puerta del zaguán para huir. La hubiera mirado de otra forma de haber sabido que la pequeña desaparecería para siempre. ¡Nunca había ido más allá de la tiendita de Vicky!
—Ahora vuelvo —dijo la niña— voy por cigarros... de chocolate.
1 sep 2004
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