El plan era perfecto: ella escribiría los números de las respuestas en el muslo, justo encima de la malla negra.
El muchacho, aturdido, no pudo concentrarse en el examen; el profesor, que lo vio todo..., tampoco.
2 abr 2003
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario