3 jun 2003

Centuria

—La princesita se pinchará el dedo con una aguja y morirá —fue la sentencia de la bruja perversa.

—No, no morirá —corrigió el hada buena—, sólo se dormirá y, cuando haya pasado un siglo, despertará al ardiente beso de su apuesto caballero.

—No, ¡no! Ningún beso de amor —intervino una segunda hechicera malvada—; vendrá un horrible vampiro, le succionará la yugular y la hermosa princesa recorrerá desquiciada los pasillos del castillo, mordiendo y sangrando a todos aquellos desdichados que hubiesen soñado cien años... por lealtad a la casa real.

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