Vi cómo de su cuello brotaba la sangre caliente, y sentí cómo sus uñas se clavaban en mi carne mientras su aliento se extinguía entre los estertores de la muerte. Pero no pude succionar, mis lametazos fueron infructuosos.
Dicen que ya hay cura para la impotencia... ¡No sé!
4 jun 2003
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