Pero es muy tarde, no se le ocurre nada y el teléfono guarda un silencio total. Pronto sus pensamientos divagan a la velocidad habitual y él ha regresado a su profundo y tranquilo letargo.
2 oct 2003
Excusas
Al primer timbrazo, su mente comienza a elucubrar pretextos, a cual más creativo —seguro quieren endilgarle una de esas entrevistas laborales que consigue su esposa. ¡Dos, tres, cuatro ring-rines! Su cerebro trabaja al máximo, miles de historias le pasan por la cabeza, mas no concreta nada y por un instante cree que, ahora sí, tendrá que descolgar el aparato y decir: «Diga».
Pero es muy tarde, no se le ocurre nada y el teléfono guarda un silencio total. Pronto sus pensamientos divagan a la velocidad habitual y él ha regresado a su profundo y tranquilo letargo.
Pero es muy tarde, no se le ocurre nada y el teléfono guarda un silencio total. Pronto sus pensamientos divagan a la velocidad habitual y él ha regresado a su profundo y tranquilo letargo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario