Todas las noches llega a casa, se recuesta en el sofá, enciende un habano con la colilla del cigarrillo que aún sostiene entre los dedos, y prende el estéreo. Su esposa le pone las pantuflas y le sirve una cuba.
Siempre la misma rutina, incluso hoy, un par de horas después de que le han diagnosticado cáncer de pulmón. ¿Por qué habría de ser diferente?
12 jun 2004
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