Él mismo lo admira aunque sólo de reojo. Es bello en verdad..., demasiado. Se siente a disgusto por cómo las miradas convergen todas hacia el arcángel. Piensa que es una injusticia no alabar al Creador por tan excelsa obra y adorar, en cambio, a la creatura.
No soportará esta humillación. Toma a Lucifer del brazo y le pide que caminen juntos. Cuando llegan al precipicio le da un empujón.
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