30 jul 2004

Rivales

—Espejito, espejito —pregunta la malvada bruja del Cuento—, ¿quién es la más bella?

—Tú eres —le contesta el Espejo Mágico— sin duda la más hermosa. —De repente exclama aterrorizado—: ¡Cuidado!, ¡el cuchillo!

—Pinche Blanca Nieves —alcanza a regurgitar la Madrastra—, ¡ya me chingaste!

Abismos


 Él mismo lo admira aunque sólo de reojo. Es bello en verdad..., demasiado. Se siente a disgusto por cómo las miradas convergen todas hacia el arcángel. Piensa que es una injusticia no alabar al Creador por tan excelsa obra y adorar, en cambio, a la creatura.

No soportará esta humillación. Toma a Lucifer del brazo y le pide que caminen juntos. Cuando llegan al precipicio le da un empujón.

20 jul 2004

Alcabala para la añagaza más sagaz

—¡Patrañas! Aplasta a la amagada, ¡martájala!, anda hasta las cachas, atarantada, nada sabrá.

—¿Aplastarla?... Dan ñáñaras.

—¡Babas!, zafa la araña, tras la mampara hallarás maraña para jalarla, harás cagada a la apañada, namás hará '¡aaaaaaaaarg!'. Anda ya, haz la matanza.

—¿Mas pagarán la plata?, ¿darán la marmaja al hampa?, ¿la papa a papá?

—¡Vaya, Alan, malvada lacra!, ¡acaba tanta cháchara!, mañana agarrarás la lana a mansalva, habrá hasta para lanzar canas al mar, ¡¡ya mátala!!

—¡Zas!, ¡ñaca-ñaca!

19 jul 2004

Saga falaz

—¿Acabará la amarga batalla, mamá?

—Acabará, Anamar. Tras la larga matanza, asaz bárbara, mañana al alba harán la santa paz.

—¿Abrasarán, mamá, más andanadas?, ¿armarán más avanzadas?

—Ajá, mas al azar. Para alcanzar a dar calma a las Sagradas Almas allanadas allá. Ya calla, andas cansada —hasta atarantada—, saca a la marrana, amarra a la vaca, traba la aldaba, apaga la flama, a la cama.

—¿Ma...?

—Sanarás, amada Anamar, acá habrá más mañanas.

15 jul 2004

Historia de Petra


Petra era muy presumida. Desde que rodara montaña abajo con el temblor se creía única, tanto, que no entendía que muchas otra piedras bajaron también. Y allí estaba entre todas las demás, incluso con las que llegaron millones de años antes.

Esta piedra vanidosa trataba de apartarse siempre de las otras, aunque sólo se lo imaginaba, en realidad, como ninguna de ellas podía moverse, ninguna iba a ningún lado.

Un día estuvo escuchando lo que decían los animalitos pero no captó nada. Luego se dedicó a mirar como crecían las plantas pero sin ojos no vio nada.

Comenzó a sentir vergüenza y que sus compañeras se burlaban de ella. Tampoco podía llorar o gritarles de grocerías, así que se limitó a rabiar por dentro.

Una mañana pasaron unos niños —unos niños prehistóricos, porque antes nadie había pasado por ese lugar— y la recogieron. Entonces, muy oronda, fue ella la que se burló de las otras que, como piedras corrientes que eran, se tenían que quedar.

No fue sino hasta que llegó al campamento que se le quitó lo presumida, porque allí estaban otras muchas de sus congéneres, pero muy bonitas: unas eran puntas de flecha que brillaban —¡ajá!, pensó, así que ésas son las obsididanas—, otras eran hachas fortísimas, y había un par que se llamaban Molcajete y Metate —con un hijito al que le habían puesto Mano del metate— que eran muy trabajadoras.

Cuando un hombre muy grande la revisaba y le empezaba a dar de golpes con otra piedra muy dura, se alegró de no poder sentir dolor. Mejor comenzó a soñar que era Petra la importante, pero humilde y generosa con todo el mundo.

Nunca supo que el hombre aquél le encontró muchos defectos y la tiró. Por suerte las piedras nunca saben nada.

12 jul 2004

La lluvierita


La llenaban de alabanzas y bendiciones mientras chapoteaban de alegría en el aguacero, todos querían tocarla. Gracias a la lluviera terminaba la sequía. El chubasco duraba ya horas y las milpas estarían muy pronto a rebosar.

Se dirigió a los notables —quienes rojos, gordos y escandalosos compartían el júbilo popular desde los portales— a solicitar el pago acordado. Mas se negaron a honrar el contrato, hubo quien alegó que la lluvia no era obra suya.

Juana Carbajal Tzompi se quedó callada y ni siquiera los miró. Se alejó en dirección al centro de la plaza donde comenzó a danzar de nuevo. Una tremenda granizada cayó de repente con certeros proyectiles que destrozaron los cráneos de todos los niños que festejaban entre la multitud, aun los de aquellos que pensaron haber encontrado refugio en las casas y edificios que se derrumbaban.

Cuando escampó, la Cabecera Municipal yacía destruida, como aplastada contra el fértil paisaje. Por la cañada el torrente arrastraba con sus aguas rojas un centenar de pequeños cadáveres.

10 jul 2004

El aplauso de la lluvia

Fue ahí a principios de los sesentas, mis padres me habían enviado de retiro veraniego con los Legionarios de Cristo.

Por la noche se organizaban fogatas en donde se contaban leyendas, representaban chistes y anécdotas edificantes, y se cantaban canciones. Era costumbre premiar a los improvisados actores con algún aplauso de intención jocosa; como el de la sandía, el de la selva o, mi favorito, el de la lluvia.

Éste último consistía en empezar a golpear los dedos primero índice contra índice, luego el índice y el cordial, hasta que al final se aplaudía con la mano completa. No necesito explicar que esto representaba, en su inicio, un chipi chipi, enseguida la lluvia arreciaba hasta terminar en un estruendoso chaparrón.

Cuando era el padre Marcial Maciel quien dirigía la ovación, yo imaginaba que la tormenta iba más allá y los relámpagos comenzaban a perseguirlo y él se volvía loco de terror. ¡Cómo odiaba esos dedos! Aún puedo sentirlos en mi ano, y su mano sobre la mía obligándome a acariciarle el pene dizque por un permiso especial del Papa.

Aún hoy, cincuenta años después, puedo verlo entrar a mi cuarto en las noches de lluvia y sueño con que a los dos nos parte un rayo.

Llueve


 Sin saberlo de cierto, siente que afuera empieza a chispear. De lo que no tiene duda es de que lo llaman, lo exhortan a salir. Se dispone a hacerlo cuando arrecia la lluvia, ahora está seguro, será una tromba como las que no caen a menudo por aquí.

La voz del que lo invoca retumba ahora en su refugio, es un clamor que lo estremece, pero decide permanecer ahí un rato, por lo menos hasta que pase lo más intenso de ese llover que le cala hasta el tuétano aun sin haberlo tocado.

El agua comienza a trasminar la gruta y se le ocurre que es el terruño que llora por él. Cuando empieza a gotear se acurruca en un rincón, arropado con el sudario. Su nombre no ha dejado de sonar, es como si entre las paredes también se filtrara el llanto de sus hermanas aunado a los gritos de desesperación del Maestro conminándolo a dejar la cripta.

Por fin remueve la piedra sepulcral, ha escampado. Sin embargo, en la semipenumbra no hay rastro alguno de la multitud, ni de María ni de Martha... Sólo ve sentado en un charco de lodo —el pelo, la túnica y el manto empapados— a Jesús. El Rabí le escupe, lo mira con rencor y desprecio, se levanta y se aleja.

Lázaro otea el cielo y se percata de que llovizna de nuevo, regresa a la tumba y cierra la entrada.

8 jul 2004

Autorretrato de un recién venido al mundo

Esta mierda que veis aquí pintada, con mano temblorosa e igual color; aún ayer hedía más a muerto que a mero desperdicio intestinal.

El cuadro es imparcial testigo, mudo relator de portentos tales que de no ser el retrato copia fiel del narrador, nomás no me los creo.

Observad las arrugas, verdaderas hondas fosas cavadas por cien años, cada una con mil surcos arados otro tanto, y en cada surco fosas.

Mas no toquéis, que temo se desprendan pedazos de pellejo deste lienzo igual que desprendía gangrenados costrones de piel seca aquella cara.

Mirad también el cuerpo, es decir no miréis nada, sólo quedan cenizas donde fuego no hubo y menos llamas: inexistente rastro o huella mínima.

Pero voltead, conmigo contemplad al espejo la faz, la viva imagen de este bello varón de veinte abriles; joven, noble y egregio de verdad.

Este héroe que ayer apenas casi muerto vivía, casi vivo se moría; sordo y ciego, en su pus languidecía cuando de pronto al lado miró el áspid y al punto le vendió la su alma débil. No ha transcurrido, ¡júrolo!, ni un día.

5 jul 2004

Please allow me to introduce myself...

 Pleased to meet you, hope you guess my name.
But what's puzzling you? Is the nature of my game?
 ~Mick Jagger/Keith Richards

Abandoné la Creciente Fértil y recorrí todos los continentes del tercer planeta, e insatisfecho me alejé en busca de los mundos más remotos.

Innumerables veces vi ocultarse tras el horizonte los dos Soles de Woyaya. He sido testigo de cómo los recolectores del desierto en Munhytra se enfrascaban en crueles guerras cada año, al caer de los cometas de maná. Trashumé por décadas, a la retagurdia de una caravana de gjutavs, en Áscera Viris, y languidecí prisionero en las mazmorras de Celandi.

Estuve a sólo minutos luz de la Supernova del Cangrejo y escapé imbricando mi espíritu con los dragones de plasma de Kerancij. He sufrido metamorfosis, he transmigrado, reencarnado. Mi esencia se ha sublimado mil veces y mil veces se ha confundido con la de galaxias enteras...

Hice acto de presencia en guerras universales y en algunas otras que iban más allá del simple concepto de Universo. Conocí todo tipo de razas, todo tipo de religiones; los sistemas políticos más aberrantes y aquellos próximos a la perfección... ¡Me he bañado desnudo en el agua ultrapesada de Kfiomnoé!

Mas nunca desistió de perseguirme ese recuerdo. Por más que huí siempre me alcanzó su mirada: la mirada de Lucifer cuando lo precipité al abismo.

4 jul 2004

PLAUDITE·CIVES

Primer acto

Aparece el protagonista y decide que afectará, profunda e irremisiblemente, la vida de todos aquellos que lo rodean y la de muchos que ni siquiera lo conocen. Ha aceptado la responsabilidad y las consecuencias, entiende que la suerte está echada.

Segundo acto

Se da un minuto para meditar sobre el alcance de sus acciones, reafirma su compromiso y repasa en el cerebro la estrategia que le permitirá conseguir sus objetivos. Sabe que aquellos a quienes ama nunca lo perdonarán y que la Historia lo condenará a la ignominia.

Tercer acto

Entiende que no es posible dar marcha atrás, demasiado tarde. Aun así valora el costo de los pequeños detalles tácticos a los que puso suficiente atención. En el último momento resuelve, con arrojo y coraje, regresar al primer acto.

Primer acto

Aparece el protagonista...

2 jul 2004

Alternativa

Aún es de madrugada, se detiene ante la puerta y la golpea con el aldabón. Espera sólo un instante y escapa casi corriendo, sin voltear a ver si alguien ha respondido.

El día transcurre entre el tedio y el insoportable sufrimiento cotidianos. Al anochecer se sumerge impotente y asustado en las dolorosas horas de insomnio. Mañana tal vez no huya y aguarde valientemente a que le abran la Casa de la Muerte.

Pasa la duermevela añorando una época que no conoció sino a través de los abuelos. Todo era más sencillo cuando vivir para siempre no era una opción.