19 feb 2008

Lábiles caníbales

Géricault quiso añadir luz aquí y allá, raspar un poco de este lado, aplicar más veladura. No se pudo. Los náufragos de la Medusa se quedaron así, quietecitos. Juegan a que al primero que se mueva, se lo comen.

17 feb 2008

Manantial


En la página treinta y cuatro, el autor describe este cuerpo perfecto que asoma tras el baby doll, luego me desnuda. Con los dedos de una mano juega con esa casi inexistente tanga, con los de la otra rasga el brassier... Me deja puestas las medias y los zapatos y me deposita sobre el lecho —hace ya un rato que gimoteo—, amarra mis manos a la cabecera y con las suyas me separa los muslos y forma un arco perpendicular al pene enhiesto que escoltan mis dos pantorrillas... Cuando mi espalda se ha desviado cuarenta y cinco grados de la vertical, empiezo a botar contra su cuerpo y a ulular de placer...

De la página cuarenta a la doscientos cincuenta y seis no hay una sola gota de tinta: La metáfora es evidente.

15 feb 2008

No fumar

Ya se fue el último de los empleados, es cosa nomás de esperar a que se duerma el guardia... 

Por fin —desesperado, con los nervios de punta y en pleno paroxismo del síndrome de abstinencia—, hizo a un lado la banda roja y el humo pintado, se colocó perpendicular a su letrero y empezó a dar bocanadas como loco.

—¡Ahhh! —exclamó aliviado, apoltronándose sobre las letras— ¡Tengo que buscar otro trabajo!

8 feb 2008

Trío


El retrato de la Señora —atónito e impotente— mira a su esposo refocilarse con las ternuras de la sirvientita. No han pasado ni seis horas del funeral. Ahora entiende...

7 feb 2008

Destino manifiesto


Dentro de la cabeza de un Kipling que batalla ante la página en blanco, Mowgli se aferra desesperado a un manojo de neuronas. ¡Sólo quiere una infancia normal!

6 feb 2008

El Evangelio, según


—¡Pinches judíos tan pendejos! ¡Romanos hijos de su puta madre! ¡Ahora sí que no me crucifican! —exclamó el pequeñísimo Jesús recién concebido en el vientre de María—, ¡bola de cabrones!, ¿no que no resucitaba?

5 feb 2008

Senescienta


Se sienta en la misma banca del parterre y cierra los ojos, sólo el repasar de sus dedos los harapos, sacudiendo ceniza, delata tanta inquietud —el sereno disuelve la música que sopla desde Palacio.

Escucha el rozar de las alas las hojas y las ramas, aspira aquellas mágicas fragancias. ¡No!, no es su hada madrina, ¿por qué no llega?, ¿qué la ha demorado todos estos años...? Estruja el pergamino de sus manos, expele, tose: —¡así no!, ¡así no va el Cuento!

3 feb 2008

Ocaso


Caperucita Roja sabe que sigue en el mismo cuento de siempre. Paciente, se acuesta a esperar al Lobo Feroz... Caperucita, la otra, la inocente, se despide de su madre en el extremo del bosque, contoneándose al ritmo de un amanecer de trinares y olor a panecillos.