Termina de desnudarse, aunque esta última etapa la hace con toda
lentitud; son las medias, la tanga y el brassiere lo que más excita a su
espía. Se manosea frente al espejo, mientras de reojo ve la cortina que
se mueve, y espera hasta oír el sordo gemido que indica que su mirón ha
eyaculado.
Ella sabe y sabe que él sabe. En el asilo de ancianos todo se sabe.
7 ene 2005
4 ene 2005
Deseo
Tiene el miembro enorme, colosal. Cuando lo yergue es un monstruo de placer, ¡paso la vida anhelando ser penetrada!, ¡revolcarme con él sobre la paja!
Y veo cómo me acorrala. Se despoja de la ropa de faena y queda ante mí: desnudo, sudoroso, turgente el pecho y la verga enhiesta. Ansiosa de las palabras salvíficas me echo a sus pies:
—¡Ven acá, perra...!
Porque entonces, mientras mis genitales se inflaman, meneo la cola y ladro furiosa, estoy segura de que no soy cualquier perra..., soy su perra.
Y veo cómo me acorrala. Se despoja de la ropa de faena y queda ante mí: desnudo, sudoroso, turgente el pecho y la verga enhiesta. Ansiosa de las palabras salvíficas me echo a sus pies:
—¡Ven acá, perra...!
Porque entonces, mientras mis genitales se inflaman, meneo la cola y ladro furiosa, estoy segura de que no soy cualquier perra..., soy su perra.
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