15 may 2002

Sucedió en Betania

—Lázaro. Levántate y anda... —no obtuvo respuesta.

El Mesías respiró con profusión y gritó como nunca se oyera antes gritar
— Levántate y anda —mas el cadáver seguía inmutable.
Jesús no desistió, a Él se unieron las voces de los cientos de miles ahí reunidos
—¡Levántate y anda!

Fue entonces que Lázaro dejó de luchar y, resignado, se unió al resto de los condenados. Todos juntos y sabiendo que no faltaba nadie, comenzaron a cruzar el umbral del infierno. El aroma a unguentos y perfumes del último de los resucitados se disipaba ya en medio de la pestilencia generalizada.

10 may 2002

El Big-Bang-God

Dios, en el tercer minuto de la creación, se dio cuenta de su error: ni siquiera Él es más rápido que la luz. Por un momento se desesperó, mas pronto estuvo a cargo de la situación. Comenzó a cercenarse partes de sí mismo y a ponerlas en cada pedazo de materia fugaz que escapaba. En adelante estaría casi en todas partes, aunque su mano izquierda ya nunca supo lo que estaba haciendo su mano derecha.

5 may 2002

Darwiniana

Estas Diosas y Dioses, en el principio de los tiempos, terminaron de crear el mundo. Luego participaron en una multitud de epopeyas, que incontables civilizaciones cantaron a lo largo de la Vía Láctea. En estos tiempos, se han aficionado al ciber-espacio.

Algunos comienzan a preocuparse porque nadie les dice que más hay que hacer, y porque no tienen la menor idea de cuanto más van a durar.

2 may 2002

Lacrimal

El primer destello solar se difumina a través de la vitralería multicolor en la gama de púrpuras y morados. El escándalo auroral apenas lo distrae —siglos de alaridos de espanto e imprecaciones contra Dios—: Años pletóricos de vigilias diurnas estudiando textos antiguos.

El noble castellano sube, encorvado, a pasos pequeños, la escalera. Junto al rellano del piso principal se detiene para caer exhausto en la poltrona, mientras se extinguen los sordos quejidos y lúgubres sollozos que saturaran el castillo. Ahora los demás fantasmas duermen y él continuará hacia la biblioteca. Descansará un minuto...

Clava los ojos sobre el incólume espejo que permanece ahí desde su niñez. Se concentra en un punto de fuga y ve ese reflejo que nada más existe porque lo imagina. Escurre una lágrima.

Revive la Investidura. Otra vez recibe la Plancheta del Grado Tercero. Oye la voz del decano: —Si conjugas entereza e intención, en procesos equiparables al propio aniquilamiento, trascenderás los límites ordinarios del vivir humano y realizarás tu riquísimo potencial interior. —Aspira el aroma de cirios
ancestrales.

El anochecer lo sorprende —como siempre— sumido en un desorden mental intrincado con mil libros crípticos sobre transmigración, retornos, metempsicosis y oscuras profecías.

No interrumpe aquel ensueño el denso trajinar de las cadenas entre las ruinas. Mas lo estremecen las estentóreas súplicas en el crepúsculo:

¡Muerte!, ¡¡muerte!!, ¡¡¡misericordia!!!