29 jul 2003

NON·FECIT·TALITER

La Virgen, Fray Juan de Zumárraga y Sebastián Ramírez, estaban discutiendo de la más acalorada guisa. El arzobispo insistía en magrear a la Guadalupana, hasta que ésta, colérica, le produjo un aparatoso espasmo que lo envió echando chispas contra la pared.

El Oidor se desternilló de risa y se orinó en el calzón, provocando que los otros dos vomitaran asqueados.

Estaban ya en la etapa depresiva, cuando la Madre de Dios dijo: —Tenemos que hacer algo audaz antes de que llegue el Virrey —y continuó, levitando alrededor de la estancia—, tengo un plan. Pero tienen que hacer lo que yo diga..., ¡o me busco compinches menos imbéciles que ustedes!

—¡Guardias! ¡Tráiganme ese pinche indio Juan Diego!— gritó por la ventana y se dispuso a trinchar el pernil de cerdo.

28 jul 2003

El testamento de Peeping Tom

—Sí, señor..., soy yo y no, no me quedé ciego, ¡puros cuentos! Se me concedió la visión más hermosa que mortal alguno gozara, vi a Lady Godiva cuando su famosa cabalgata.

—Mercado de Coventry, 31 de mayo de 1043. No menos de tres mil personas asistieron, dispuestas a mantener la cabeza baja y los ojos cerrados mientras su heroína montaba desnuda tan brioso corcel. El único que se atrevió a mirarla fui yo, y no me arrepiento, tenía trece años y era aprendiz de sastre. Juré nunca decirle a nadie, pero ya no importa. Por eso, Padre, ésta es la primera vez que confieso mis pecados.

—Ella me guiñó el ojo, y hoy traigo a la tumba el recuerdo del fulgor de aquella diosa: lucía el más elegante de sus vestidos de tisú, toda engalanada con sus joyas y los guantes de cabritilla acariciando la brida.

18 jul 2003

La sombra y el destello

—La sombra, la total oscuridad, según los textos pre-védicos —decía el profesor McHelm cuando vio ingresar al auditorio a su rival, Würlitzer, que acababa de llegar de Berlín—... Tal vez herr Doctor quiera darnos su ilustre opinión.

—¡Claro que se la daré, mi estimado colega!, aunque sabe que disiento —contestó el aludido, con su característico tono burlón—, la materia que perseguimos sólo se obtendrá cuando se logre la transparencia absoluta.

*

—Mi estimado amigo —decía Sherlock Holmes mientras revisaba los cadáveres aún tibios—, tal vez nunca conoceremos la invisibilidad, mas estas mentes privilegiadas han alcanzado algo en verdad notable: la inexistencia. —Luego de una pausa para encender su pipa, concluyó.  —Elemental, mi querido Watson.

17 jul 2003

Lágrimas de sangre

Qué tragedia cuando descubrió que no podía reflejarse en los espejos. Después se enteró de que, además, era invisible a los ojos de los humanos.

Hoy supo la verdad: —Los vampiros no existen —dijo su madre.

Ambas se acurrucaron en el viejo campanario y estuvieron llorando toda la noche.

10 jul 2003

Claustro

Hoy decide llevar sólo las exquisitas medias de seda sintética y los zapatos de tacón, pero un resto de pudor la conmina a ponerse el négligée. En los corredores se escucha el crescendo de las risas y el secreteo que anticipa los placeres de tan mágica noche. En el acmé de la excitación voltea al viejo sillón y mira con desprecio el hábito. De pronto, la recorre un escalofrío mientras piensa en el Altísimo.

—¡Bah!, ¡Dios no existe! —exclama cuando recupera la compostura e imagina el cuerpo desnudo de Sor Juana.

El traje nuevo de la Emperatriz

La sexagenaria desfilaba frente a sus súbditos, vistiendo sólo zapatos de tacón y medias de seda. Los pícaros que le habían vendido el traje, sólo para inteligentes, habían partido al amanecer.

Una pequeña, que veía el espectáculo desde los hombros de su padre, gritó: —¡¡la Emperatriz va desnuda!!

La soberana no se inmutó..., ni siquiera cuando un lancero traspasó al hombre, mientras que la plebe furiosa molía a golpes a la criatura.

9 jul 2003

Silk Stockings

Su falda corta destaca las líneas pintadas con negro de humo en las piernas, no para fingir, sino para insinuar las inexistentes medias. Los cuatro soldados, clientes únicos en el derruido bistrot, apenas si voltean a verla, hasta que uno de ellos comienza a juguetear mostrándole el paquete que trae en la mano y que ella identifica de inmediato.

Los ojos de la chiquilla siguen ávidos la fascinación de las medias de seda, que se estiran y hacen bolita entre los cuarenta dedos que también magrean las tiernas carnes, mientras desesperada intenta explicar en incomprensible francés que se acuesta con todos, aun con el negro, pero si se las obsequian.

8 jul 2003

Paradoja

No, no te las quites —dijo el cliente, así que Luzazul, con su habitual cara de fastidio lúbrico, se recostó desnuda excepto por las medias de seda artificial, y abrió las piernas.

Años después, reviviendo las mil veces que había escuchado esa súplica, decidió quitarse la vida con sólo las medias puestas.

Pero no encontró otra cosa para colgarse.

Medias de seda

Llegó a Perisur desde temprano. Ha pasado horas mirando escaparates, como cada sábado antes de regresar a casa para una noche de sexo culpable. La plaza está llena de hombres que hacen lo mismo, excepto algunos que caminan en parejas o que, solos, buscan un obsequio para su amado. ¡Cómo los envidia!, él intentó hacerlo dos veces, una cuando adolescente y otra un par de años atrás. No funcionó.

Compra un juego de medias negras de lycra y otro de nylon invisible, al tiempo que se pregunta por qué las anuncian como medias de seda.

Era muy pequeño, por eso no las recuerda, pero ha ido al museo, ahí las exhiben embalsamadas, muchas en ropa interior, con medias y ligueros. Pero están muertas, la nube áurea las mató a todas.

Toma el metro y regresa a su cama donde, entre catálogos de lencería y una centena de medias de seda, se masturba tres o cuatro veces. Después se emborracha.

7 jul 2003

Poderes

Conectado al respirador y en la oscuridad del síncope, tiene la mente fija sobre aquella cuchara de la vitrina junto a la vieja mecedora.

Durante años engañó a los crédulos, hasta que su charlatanería quedó en evidencia. Pero hubo una ocasión, sólo una, en que el cubierto de metal se dobló por completo, sin truco alguno de prestidigitación o imaginerías ópticas. Durante los últimos años tuvo dudas, mas ahora, en la lucidez que precede a la muerte, está seguro de que lo sucedido pertenece a lo sobrenatural: una singularidad en las estrictas leyes del Universo.

En una salita olvidada de la lujosa mansión, tras el grueso vidrio que la protege, una cuchara comienza a desdoblarse.

6 jul 2003

De cómo Yuang-Tsé no inventó la cuchara



Yuang-Tsé contemplaba la pala recargada en el fogón; había estado trabajando todo el día y, con toda justicia, disfrutaba de la comida que le preparara su esposa. Algo, sin embargo, lo incomodaba: una idea difusa que le aparecía con cierta periodicidad, desde que era un adolescente.

Cansado, olvidó sus cavilaciones, tomó los palillos y volvió a concentrarse en la merienda. ¡Qué iba a estar él para inventos!







5 jul 2003

Murmullo del Tajo

 El embravecido incendio devora las imponentes torres y derrumba los altos techos. En la oscuridad de Toledo, el conde observa desde su litera, y son sus ojos ardientes chispas en el rostro seco de un cuerpo enjuto.

Los miserables saqueadores pasan a su lado corriendo, sin reparar en el responsable del fuego y de su buena suerte. Uno de ellos, con la prisa, deja caer a los pies de Benavente una fina y costosa cuchara. El leal castellano, absorto y distraído, se agacha y la toma con la mano izquierda. De súbito, vuelve a la vida. En su cabeza estalla la remota posibilidad de que los labios del duque de Borbón se hayan siquiera acercado al argento, desenvainando la espada, de un sólo golpe cercena esa mano que tocara el infame objeto, arrebata a su criado la antorcha y ahí mismo cauteriza la herida.

Días después el Rey ordena que el blasón del fiel vasallo porte, en campo de gules, una mano —amputada, sangrante— agarrando aquella cuchara de plata.

4 jul 2003

La Máscara de Hierro

Creyeron que la cuchara habría de perderlo. La corte entera esperaba suspendida de ese sencillo utensilio. Sin atreverse a externar sospecha alguna, nadie ignoraba que el gemelo de Luis XIV era zurdo.

Ante el desconcierto general, el Rey tomó el plato con las dos manos y se lo llevó a la boca. Como en la Bastilla.

3 jul 2003

Posesiones

 En su cueva, el faquir enseña a los discípulos el arte de carecer de deseos, pero se sabe un hipócrita. En un oscuro recoveco guarda una tosca cuchara de madera, mientras engaña a sus seguidores diciendo que le basta y sobra con la escudilla.

1 jul 2003

Inducción y deducción

Ha trabajado durante meses con la única pista que quedara en la escena del crimen 'casi perfecto'. Lo alienta la convicción de que, tarde o temprano, ese objeto tan particular lo ha de conducir al elusivo perpetrador: Una caja de Cohibas Espléndidos, intacta excepto por estar vacía.

En un lujoso hotel de Europa, deteniendo un momento el goce vertiginoso del botín, el ladrón se desternilla de risa. Sabe que no hay huella alguna que lo involucre, y que la broma, la de los puros, es la broma perfecta: nunca ha fumado.