Los lunes..., los lunes estaba con ella. La pequeñez de su edad promediaba a la perfección con esa edad madura en que la descubrió. También a la perfección se amaban. Los lunes el tiempo trancurría a la velocidad de la luz, y cada instante contenía todos los instantes de una era geológica.
Los martes regresaba a su esposa, el tiempo se oía transcurrir gota a gota, cada gota aun más eterna que la anterior, más y más aburrida. ¡Y cómo la despreciaba! Ella era la tragedia de su vida, ella era un infierno personal al que los martes estaba condenado.
Los miércoles... ¡Los miércoles! He aquí la desesperanza: los miércoles no aparecen por ningún lado.
17 sep 2010
8 sep 2010
Botánica
Se muere de aburrimiento, aunque sólo es un decir, no se muere. Hace
trescientos años que languidece entre esa duermevela que es el vivir
tanto tiempo. Pasa temporadas enteras como vegetal, transpirando apenas y en procesos fotosintéticos. Ya ni se acuerda del color verde que, en
invierno, su estación más activa, se torna en una pruina grisácea con
destellos plateados.
Eructos, flatulencias y suspiros se prolongan por
semanas, la ruta del refrigerador al sofá le toma días. A veces intenta
masturbarse, pero termina en un vahído y recuerda que no hay clímax
posible, no para él.
Ayer por fin descubrió que estaba echando
raíces, unas muy extrañas, que le brotan de la cabeza, que se dirigen
hacia el cielo, como imprecando al Creador, como si quisieran
estrangular a tan cruel deidad.
4 sep 2010
Juego
Luego de lo que parece una eternidad, sigue sin despuntar vencedor alguno..., ¡y el silencio! Ambos ajedrecistas tienen la mirada fija en el tablero, de pronto, uno pregunta, desconcertado —¿Qué!, ¡me toca?
De la calavera del otro cae la mandíbula que dispersa las piezas, mientras que el resto del esqueleto se derrumba vuelto polvo y añicos.
De la calavera del otro cae la mandíbula que dispersa las piezas, mientras que el resto del esqueleto se derrumba vuelto polvo y añicos.
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