El holocausto nuclear ha dejado pocos sobrevivientes en la Ciudad de México, que todas las mañanas miran al cielo con esperanza. No hay uno que no esté flaco y quemado, pero viven, y se conforman con lo que puedan escarbar de las ruinas de los centros comerciales, se adaptan.
El grito de una niña atrae la atención de todos, en el oriente, a lo lejos, se distingue una mancha que viene volando. Al acercarse, se escucha un zumbido de aleteos que se hace cada vez más fuerte. Todos comienzan a abrazarse y a dar de brincos, ¡son los primeros libros que regresan al Valle de Anáhuac!