9 sep 2004

Casa y chica

En sueños se imaginaba en brazos de su amante, la obrerita de la fábrica, que era una delicia y a la que había puesto departamento muy cerca de casa.

—...¡Mmmm! —murmuraba— ahora vuelvo..., ¡mmmm!..., voy por cigarros.

—¡¡Pendejo!!, ¡YO-SOY-LA-O-TRA! —gritó la muchacha, yéndosele encima a golpes.

4 sep 2004

Instrucciones para cambiar de vida


Entienda que no me interesan las razones que tenga usted para desaparecer, aunque no puede sino extrañarme que quiera abandonar a tan devota esposa e hijos tan lindos, máxime al no haber historia romántica o pecuniaria que lo exija. En primer lugar, vaya apartando las pertenencias de las que no pueda prescindir y sin las que su vida carecería de sentido —¡pero ni una más!—, reúnalas poco a poco en aras de que nadie note su ausencia —la de las cosas, no la suya— lo mismo que el dinero que mes a mes irá descontando del cheque quincenal. Si ya consiguió trabajo en un pozo petrolero kuwaití, un aserradero canadiense, o se va ir de vago o a Nueva Zelanda, no me importa. Este breve manual le servirá sólo para el evanescimiento, más allá huye librado a su suerte. Empiece a confundir los nombres de sus hijos y a comportarse de manera descuidada —pero sin exageración—, un mes antes piérdase durante seis horas, de preferencia un domingo de compromiso importante. Conforme se acerque la fecha discuta con su jefe la posibilidad de un aumento y solicite vacaciones para un par de semanas después de que usted se vaya. En el momento culminante no olvide decirle a su mujer alguna sentencia muy trillada, baladí... No sé, por ejemplo: «Ahora vuelvo, mi vida, voy por cigarros...»

2 sep 2004

En la ciudad de la esperanza

Nacha y Delfina escuchaban cabizbajas el regaño de la patrona.

—...¡Y es la última que les tolero, indias patarajada! —y continuó— ¡bien me dijo mi mamá que las de Oaxaca eran las más güevonas!

Ninguna de las muchachas dijo nada, sólo vieron como la señora seguía gritando desde la puerta.

— ...¡Ahora vuelvo, voy por cigarros...! ¡Y cuando regrese quiero la casa bien limpia!, ¡van a saber quién soy, par de mensas!

Y así fue, la dejaron limpia. Se llevaron hasta los dólares que había entre las hojas de «Las niñas bien» de Guadalupe Loaeza.

1 sep 2004

¡Ay, robot!

Como todos los días, tomó el portafolios de manos de su mujer y le dijo: —Ahora vuelvo, voy por cigarros.

Y como todos los días, sintió que la frase estaba incompleta, la explicación perdida en la noche de los tiempos, cuando el primer cerebro positrónico fue improntado.

Enseguida, el beso, clave vestigial de los inescrutables designios divinos.

Ella se va de casa

Su madre la miró burlona y desafiante, viendo como abría la puerta del zaguán para huir. La hubiera mirado de otra forma de haber sabido que la pequeña desaparecería para siempre. ¡Nunca había ido más allá de la tiendita de Vicky!

—Ahora vuelvo —dijo la niña— voy por cigarros... de chocolate.