17 feb 2008

Manantial


En la página treinta y cuatro, el autor describe este cuerpo perfecto que asoma tras el baby doll, luego me desnuda. Con los dedos de una mano juega con esa casi inexistente tanga, con los de la otra rasga el brassier... Me deja puestas las medias y los zapatos y me deposita sobre el lecho —hace ya un rato que gimoteo—, amarra mis manos a la cabecera y con las suyas me separa los muslos y forma un arco perpendicular al pene enhiesto que escoltan mis dos pantorrillas... Cuando mi espalda se ha desviado cuarenta y cinco grados de la vertical, empiezo a botar contra su cuerpo y a ulular de placer...

De la página cuarenta a la doscientos cincuenta y seis no hay una sola gota de tinta: La metáfora es evidente.

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