Ardiendo en ira, tiraba los anaqueles, arrojaba botellas como si fueran granadas y tundía con el cayado a los empleados de chalequito rojo que intentaban interponerse.
—¡Señor, señor! —le conminó Simón Pedro, jalándolo de la túnica— éste es un WalMart, la Basílica de Guadalupe es aquí derecho.
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