Se la llevaron, fue cuando no funcionaban ni la luz ni los semáforos de la esquina de Fundadores con Benemérito. La encapucharon y ataron de manos, y ella iba sin miedo alguno, acaso disfrutando lo más emocionante que le había pasado en sus casi veinticinco años.
En la esquina de Tres Carabelas y Hermanos Pinzón, bajo el megafarol que instalaron ahora, para el Bicentenario, le echaron una segunda mirada. Fue allí que la dejaron ir.
5 ago 2011
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