4 oct 2002

Cenicienta desencadenada

Ya sin aliento, el Príncipe recogió del piso la zapatilla de cristal, justo en el momento en que una grieta telúrica lo derribaba. Mientras caía alcanzó a distinguir a lo lejos y contra la luz de los incendios una silueta descomunal. Lo último que oyó fue el estruendo de un coletazo fulminante que arrastraba consigo los alaridos horribles de sus súbditos.

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