14 ago 2003

La máscara de hierro y el corazón de piedra

No vaciló un sólo instante, decidido, puso la punta de la espada en el cuello del primogénito.

Le susurró, pero con un registro tan potente que el otro escuchó fuerte y claro: —Mi señor, si os elijo, lo único que me deberéis será la vida. Él, me lo deberá todo.

Luego de asesinar a Luis XIV, se volvió hacia el prisionero de la Bastilla: —Vuestra Majestad tiene en mí al más leal de sus vasallos. Disponed de Artagnan, Capitán de los Mosqueteros.

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