7 ago 2013

Lord Falksforth

 Gustaba de presumir su colección de cajitas de rapé. Sus nobles amigos se despedían reiterándole la admiración y fascinación con tan elegante pasatiempo, él los veía alejarse sabiendo que en realidad se burlaban y atribuían su manía a la vejez.

Cuando regresaba a la biblioteca quitaba los cerrojos de las vitrinas y comenzaba a abrir cada pequeño estuche, de donde salían pequeños homúnculos que se ponían a jugar, a hacerse el amor y a enfrascarse en las mil y una cosas cotidianas que hace ya años habían cautivado al Señor.

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