El gato salió tranquilamente por la puerta y arrojó a la jovencita inconsciente y semidesnuda en el asiento trasero del automóvil estacionado afuera. En la cajuela puso las flamantes botas de excursionista que encontró en el clóset.
Aburrido de masacrar campesinos, calabazas, ogros, burros y ranas gigantes, había brincado desde la pantalla del game boy. Tras decapitar al niño de un sólo tajo, se dirigió a la cocina, para clavar la espada en la nuca de la madre. Al padre lo había matado cuando intentaba defender a su hija.
3 mar 2005
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