4 nov 2010

La separación de los cuerpos

Me reclamó lo de la vez aquella que llegué borracho, y sobre la otra, cuando me cachó viéndole las piernas a su sobrina. Yo me quejé de que siempre me estuviera comparando con su primer marido y, sin mediar explicación alguna, empezó a confundir mis mañas con las de él. Yo traté de poner orden a la discusión pero ella estaba en automático, como tarabilla.

Me sacó chingaderas que ni me acordaba yo que había hecho, y también me echó la culpa de cosas de las que su padre era culpable, así como de las majaderías del señor de la ventanilla de pago del impuesto predial. Me regañó porque el maestro de física reprobó a la niña y porque el entrenador de karate es muy salvaje.

Cuando comenzó a protestar porque el presidente estaba regando el tepache y porque Ricky Martin había salido del clóset y de los curas pederastas abrí-la-puerta-del-coche-y-de-una-patada-la-tire-contra-un-camión-materialista-que-pasó-con-exceso-de-velocidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajja... medi-o-salvaje con la mujer -tarabilla.