21 ene 2003

Artilugios de la mente


El Escoria acostumbraba pasar las horas de la mañana acurrucado sobre la piedra de amasar, con los ojos bien abiertos y fijos en la carne colgada del garabato, relamiéndose los bigotes. Yo, por supuesto, vigilando siempre al uno y lo otro.

Hoy amanecí como iluminada..., lúcida y con una imagen del Mundo fresca e inteligente: he colgado al minino del viejo armatoste de fierro. Ahora puedo dejar la carne donde sea.

Mañana acaso despierte aun más creativa, y cocine al gato para la cena.

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