5 oct 2010

La máscara de hierro

En un calabozo de la Bastilla languidece el hermano de Luis XIV. El rostro artificial no es tan incómodo, la aleación no es tan pesada, y la fina gamuza que lo forra atenúa un poco la angustia. Además, por las noches puede prescindir de ella. Las cenas son siempre opíparas y no le faltan buenos libros. Aun Ana de Austria, su madre, lo visita una vez a la semana y le trae doncellas y música.


En el Louvre, es hora de que el Rey Sol se desvista. A solas se quita las vendas que tantas horas le han comprimido los pechos, y a solas se quita el falso paquete que tiene que soportar entre las ingles... Y piensa, casi todas las noches, que en verdad es ella, es ella la que carga con la máscara de hierro.

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